Por Claudia Korol (Tomado de Kaosenlared)
La mujer vieja y sabia, dura y tierna, solidaria, humana, valiente, sensible. Aquí me ronda esta mañana de noviembre. Aquí me habla en voz baja. Aquí me revolotea su abrazo de hace tan pocos días en mi espalda.
La Fanny que yo duelo y celebro. La mujer que nos “amadrinó” cuando con tantos muchachos y muchachas fuimos a cortar café a Nicaragua, o a compartir los avatares de la resistencia chilena. La mujer que nos enseñó una manera de ser comunista todos los días y todas las horas del día, de la misma manera que somos madres, o tejedoras, o alfareras, o poetas. La mujer que escribía sus discursos a mano, enredados en poemas de Neruda, de González Tuñón, de César Vallejo… porque sabía que no había palabras más eficaces que las que inventan mundos, cuelgan estrellas en la cima de las revoluciones, y blindan las rosas…
La Fanny que yo amo y extraño. La mujer que marchó a España con las brigadas internacionalistas, y contaba su aventura en voz bajita, como cuentan las abuelas sus cuentos a los nietos, cuentos siempre inacabados… porque Fanny sabía que la historia no termina, ni aún cuando digamos que es el fin… y sabía que la muerte no es muerte, porque ella llevaba en su vida mucha gente querida que la acompañaba, aún después de la partida…La mujer que organizó a las mujeres acá y allá… en los rincones distantes del planeta. Que no se cansaba de repetir una y otra vez la necesidad de que nuestras voces sean respetadas y escuchadas. Lee el resto de esta entrada »