La mano sucia de Chevron

26 09 2013
Correa aseguró que Chevron utilizó “técnicas anacrónicas para envenenar nuestras tierras y llenarse los bolsillos”

La petrolera utilizó “técnicas anacrónicas para envenenar nuestras tierras y llenarse los bolsillos”

Por Susadny González Rodríguez

Un auténtico Chernobyl de la Amazonía, así catalogó el presidente Rafael Correa, el calamitoso panorama de muerte y deterioro ecológico que legó la multinacional Chevron a las comunidades originarias, tras casi 30 años de usufructo.

Enfocada en enjugar su imagen, la petrolera norteamericana diseña una estrategia para “evadir responsabilidades e intentar endosar su condena al Estado ecuatoriano y a sus ciudadanos”, según denunció el canciller Ricardo Patiño en el marco de la Asamblea General de la ONU. Todo con el objetivo de “desconocer un millonario fallo judicial por contaminación ambiental”.

La transnacional fue condenada a pagar 19 mil millones de dólares como indemnización por la huella funesta que su filial Texaco estampó en la región entre 1964 y 1992. La demanda, sustentada por tres mil indígenas y colonos, sacó a la luz la desidia: “entre 18 mil millones de galones de residuos petroleros y productos químicos venenosos se vertieron en los ríos que se conectan al Amazonia”. Sin embargo, en una treta para eludir el escándalo, ahora pretende transferir la culpa a la estatal PetroEcuador, que según sostiene el mandatario nunca tocó estos pozos”.

En el bregar por amplificar sus dislates, mediante una prensa a los pies del capitalismo descomedido, Chevron desembolsó al menos unos 400 millones de dólares y hasta un documental encargó, en el que distorsiona los alegatos de las víctimas entrevistadas. Mientras, la embajada estadounidense en Quito se encargaba de negar la visa a los testimoniantes que participarían en las sesiones de New York, otra nítida evidencia de como el imperio antepone los intereses corporativos a los derechos de los pueblos latinoamericanos. Desafortunadamente la realidad de esa vulnerada geografía supera la ficción orquestada, y refrenda lo que no pocos especialistas han descrito como la catástrofe petrolera más grande del mundo, sin ánimo de hiperbolizar el drama.

El fraude del siglo

La estafa de Chevron empezó, aseguran expertos, cuando fingió una remediación ambiental, maquillando la selva. En los más de 300 pozos operados hay casi 900 piscinas que presuntamente debieron ser cubiertas con un material aislante para receptar los residuos de la extracción. Sin embargo, en aras de maximizar sus ganancias “utilizaron técnicas anacrónicas para envenenar nuestras tierras y llenarse los bolsillos”, apuntó Correa, violando los estándares de la época. La compañía vertió cerca de 64 mil millones de litros de agua tóxica que contaminaron 500 mil hectáreas.

Cuando las calumnias tomaron vuelo para sepultar el llamado fraude del siglo, contra la nación sudamericana, el estadista desmanteló in situ el circo mediático, mostrando al mundo “la mano sucia de Chevron”. Demostró que los perjuicios a la pachamama desatados por la firma, son 85 veces peor que el derrame de British Petroleum en el Golfo de México y 18 veces más que el desastre de Exxon Valdez, en Alaska.

La petrolera ha vulnerado el ecosistema, dejando una infausta herencia a los pobladores oriundos.

La transnacional ha vulnerado el ecosistema, dejando una infausta herencia a los pobladores nativos.

Desde que Texaco inició sus operaciones, gracias a una sociedad con el gobierno de entonces, se le otorgó un millón 500 mil hectáreas de bosque. Vivían allí 80 comunidades. Se piensa que unos 30 mil nativos pagan con su salud el precio de la explotación imprudente de recursos naturales. Afecciones como el cáncer, abortos espontáneos y leucemia en niños pequeños, son los efectos colaterales del enriquecimiento desmedido.

Todavía hoy las más de mil piletas construidas, reservorio de desechos tóxicos, filtran residuos a los ríos, fuente de abasto de la población, forzada a crear un sistema de recolección de agua de lluvia, que tampoco resulta potable pues está plagada de partículas como consecuencia de la quema indiscriminada de gas.

A no dudarlo, ahora que la prorrogada sentencia parece al fin favorecer a los expoliados, habrá que atender las argucias de los ladinos, que como de costumbre tuercen las disputas a su conveniencia, o simplemente se lavan sus sucias manos.


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