El milagro de estar vivo

24 01 2014

Pocas veces me permito estos quebrantos. Me aterra ventilar cualquier capítulo de mi existencia, hay vidas mucho más interesantes. Hoy siento la necesidad de escupir estas palabras que me queman.

 Uno no es consciente de su suerte hasta que vuelve a nacer, justo después que se descubre todavía de carne y hueso, molido de golpes, con la camisa roja, de sangre, rodeado de los que te quieren. Entonces el dolor no te deja entender la frase hecha del momento: “tienes suerte de estar vivo”. Simplemente uno empieza a asumir que le debe una a la vieja de negro. Allí acaba tu libertad, comienza el miedo. El miedo a lo ínfimo, a lo que pueda acabar con el milagro o el favor de estar vivo. Y te descubres paranoico, inseguro de todo lo que te rodea, de ti. De pronto te ves tratando de cruzar la avenida de siempre, pero aguardas los 15 segundos que le robabas al semáforo antes y esperas otros 15 por precaución. Incluso puede que todo se reduzca al temor de cruzar una calle como si morir de una neumonía no fuera igual de simple. Todo porque un ebrio degenerado impactó su Geely contra tu cuerpo y te lanzó a unos metros en la calle 23 y te dejó las cicatrices de esas horas imprecisas, que te convencen del milagro de estar vivo.