Por Susadny González Rodríguez
Mientras la nación bolivariana vive lo que un experto denomina la “metamorfosis socialista” a favor de los excluidos, los promotores del “golpe suave” -plantea además la aplicación de operaciones psicológicas y boicots económicos- insisten en instaurar una percepción negativa del Gobierno, sometido a una estrategia de confrontación fundada en “la necesidad de cambio” con el fin de retornar a la “normalidad” que representa la burguesía rentista.
La muerte del Comandante allanó el camino hacia la anhelada división del chavismo, con una táctica que incluye mermar la credibilidad de sus líderes y denostar al presidente. Simplemente se agudizó una guerra psicológica de larga data donde los medios de comunicación resultan “los nuevos ejércitos de su nueva guerra” -en palabras del colectivo de Psicólogos por el Socialismo-, bombarderos del rumor planificado, que nunca se coteja con la realidad. ¿El núcleo de su retórica amarillista? Desabastecimiento, inflación, corrupción. “Hemos visto documentos de reuniones con la derecha planeando explícitamente sabotajes para perjudicar la política económica del gobierno, fomentar el descontento y ganar las elecciones en diciembre”, suscribe el sociólogo James Petras.
Los comicios de abril avivaron la ansiedad de los roñosos a la zaga de la mayor reserva petrolífera del mundo. A no dudarlo, el país sufre la denominada “maldición de la Renta”, y la disputa por su distribución y control es el eje de esta sucia ofensiva. El sueño pendiente de Chávez de “rebelarnos contra los designios del mercado mundial imperialista utilizando nuestra Renta Petrolera para lograr la independencia económica de los factores de poder del capitalismo internacional” constituye, en opinión de estudiosos de Marea Socialista, la “tarea más importante de la actual generación”.