Por Susadny González Rodríguez
En menos de un mes -el 15 de diciembre- la nación austral votará “por dos modelos de país: el cambio o el continuismo”. Aunque la autora de la categórica frase, la futura mandataria -como todo indica-, Michelle Bachelet, no obtuvo en primera vuelta la mayoría absoluta para acceder otra vez a La Moneda, el 46,67 por ciento conseguido sobre su contendiente Evelyn Matthei (25) le permitió avanzar al balotaje para luego concretar “el cambio” prometido en campaña: una reforma educativa, tributaria y constitucional.
Las claves de su victoria las ofrece el analista Carlos Huneeus, basando su triunfo en la distancia que la pediatra mantuvo con los partidos de su coalición al término de su mandato (2006-2010); esto, agrega, unido a la conexión que tiene con las masas. Claro, la representante de la Nueva Mayoría -un abanico de alianzas que incluyen sectores de la Concertación, demócratas-cristianos, el Partido Comunista- tuvo el tino de ajustar su programa al clamor de un pueblo que ya estremeció al stablishment capitalista.
Todo lo contrario de Matthei, que leal a su postura derechista abrazó el estandarte neoliberal, reivindicó la figura de Pinochet e incluso exaltó los logros de la gestión del saliente Sebastián Piñera. Y pagó por ello. Tal describió el semanario The Economist, “Chile se está convirtiendo en un hervidero de insatisfacción, con llamados a desechar el modelo de libre mercado…”.