Es el tiempo del miedo

30 03 2012

Nadie está seguro en un país donde el sistema judicial consiente la impunidad

Por Susadny González Rodríguez

La ralidad que vive hoy Honduras nos reafirma lo que el escritor Eduardo Galeano asevera del ámbito global: hay miedo. Miedo a lo que será. Miedo de morir. Miedo de vivir, en la nación del mundo donde más homicidios acontecen (82,1 por cada 100 mil habitantes). Súmele a ello el peor incendio de la última década, en la penitenciaría de Comayagua (sin contar el recientemente ocurrido en San Pedro de Sula) y deducirá que el preconizado valor de la existencia humana es pura facundia oligárquica.

Conmoción aparte, el ¿accidente? no es sino otra consecuencia de la ola de fuego que incinera a un Estado en descomposición, víctima de la acumulación histórica de su régimen social, en picada tras el golpe de Estado de 2009, que afianzó el sistema neoliberal.

Las cifras de crímenes se disparan gracias a su escudo protector: la impunidad, que pone en entredicho la eficacia del sistema judicial hondureño. Mientras, en la visión simplista de algunos políticos, “acabar con los maras” suele ser el remedio santo para una “enfermedad” (la violencia) que, ¡ojo!, antecede al arribo del narcotráfico y a la propagación de esas pandillas juveniles. Sin importar la inoperancia del método, la violencia se ataja con más violencia.

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La guerra inducida

8 03 2012

La mediatizada batalla contra las drogas constituye la línea estratégica del Gobierno mexicano, sin otro resultado que el aumento de la violencia

 

 Por Susadny González  Rodríguez

Quizás México no es un Estado fallido, como se publicita, pero sí un Estado heredero de problemas históricos, con un movimiento por la paz estancado e incluso partidos progresistas a los que más de uno achaca no estar a la altura del drama sangriento impuesto por el narcotráfico, flagelo al cual la administración vigente antepone una guerra mediatizada.

Claro, la violencia derivada del trasiego no solo frena el desarrollo del país o eleva la tasa de mortalidad; también podría servir de ardid para una invasión militar norteamericana. En el afán por legitimar el conflicto, la visión de “terroristas internacionales” se extiende al punto que los narcos locales -como los “terribles” árabes- asumen el papel del villano en boga dentro de la maquinaria hollywoodense.

En un artículo de la digital Rebelión, el periodista Cuauhtémoc Contreras define la situación como una dictadura de derecha apoyada en una guerra inducida. Criterio que se explica con el accionar del presidente Felipe Calderón. Según diversos analistas, con el interesado visto bueno de la Casa Blanca el mandatario dio pie a una situación de emergencia para diluir la oposición a su régimen. La política fue sustituida por las balas, convenientemente. Y su discurso fue variando. Primero acabaría con los famosos carteles, luego con la violencia de los capos, y finalmente se pronunció por un mejor estado de derecho.

Aunque probablemente ocurra un ínfimo descenso de la actividad criminal durante el período electoral, observadores advierten sobre una generalización de la violencia, pues, aducen, la supervivencia del gabinete depende de la constancia del conflicto.

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